dimarts, 6 de maig del 2008

La charca negra

La vi en la parada pero no nos dijimos nada hasta sentarnos juntos en el autobús de Leh. Era francesa, rubia y tenía manos de violinista. Al principio apenas hablamos, respetando el silencio tácito y robándonos miradas con disimulo.
Pero al cabo de unas horas sacó del bolso una vieja edición de “Une saison en enfer” y le pedí que lo leyera en voz alta. Recitó a Rimbaud con una dicción precisa, una voz de otro mundo en aquel lugar inverosímil.
Pasamos horas hablando de lo que hablan los viajeros solos: de encuentros, de soledades buscadas; de lugares y de instantes cazados; del silencio, de lo absurdo de nuestra vida desde la distancia. ¡Dios qué hermosa era!
Al amanecer el autobús se puso en la cola de un convoy militar indio. La carretera era estrecha, abismal, transcurriendo por fronteras disputadas, borrosas. El trasnochado coche de línea se desplazaba con la parsimonia que los 5000 metros de altitud permitían a sus pulmones de viejo.

Los disparos empezaron a media mañana. Vimos gente corriendo, escondiéndose mientras otros sollozaban desde el suelo. A los militares heridos los evacuaron inmediatamente, a los civiles los dejaron a su suerte. El hombre tenía los ojos abiertos llenos de moscas en medio de un charco de sangre negra. ¿Habéis visto alguna vez un rostro así? No podíamos bajar del autobús y no entendíamos nada. Un joven holandés o alemán salido de la nada, consiguió permiso para pedir ayuda. Desde la ventana del conductor preguntó si entre nosotros había algún médico. Ella se levantó inmediatamente recogiendo su escaso equipaje.
Al bajar se volvió para mirarme por última vez.
Entonces vi la foto caída en el asiento y recordé que no le había preguntado el nombre.

Albert,
carretera de Srinagar a Leh, primavera de 1984

“L'ennui n'est plus l'amour. Les rages, les débauches, la folie, dont je sais tous les élans et les désastres, - tout mon fardeau est déposé. Apprécions sans vertige l'étendue de mon innocence...” A. Rimabud, Una temporada en el infierno, 1873

Entrada de dedicada al egregio Dr Frikosal que me pidió que contara esta historia.

30 comentaris:

Nootka ha dit...

qué bonito
menos mal que he dejado de fumar, porque me ha costado recuperar el aliento, supongo que si fumara me habría costado más aún...
a lo mejor tenía que ir a urgencias y todo.

preciosa la historia, la foto, la chica, la poesía...

Dátil ha dit...
L'autor ha eliminat aquest comentari.
Belnu ha dit...

Que bonic! Ahir una amiga em va preguntar si una citació de Rimbaud era de les Il·luminacions i li vaig dir que no, era de la Saison en enfer, és clar...
Un soir, j'ai assis la Beauté sur mes genoux.
Et je l'ai trouvée amère. Et je l'ai injuriée.
Tot encaixa!

Cecy ha dit...

hermoso!! me ha dejado sin palabras.

frikosal ha dit...

Que cosas le ocurren a Vd., merecía la pena contarlo.
Y yo persiguiendo moscas.

fritus ha dit...

Tremenda història, magníficament relatada.
Com ho ha fet per fer-me sentir allà? Suposo que això és el que en diuen escriure-be

Salut

odette farrell ha dit...

Muy hermosa y conmovedora historia Nomes...

A finales de los 80's yo también viví una historia parecida, aunque no tan dramática y me refiero a las balas y a la profesión de tu acompañante que la alejó de ti...

Me imagino que después de haber vivido esa historia en cada cabellera rubia que ves, te figuraras si acaso es ella, o no?

Anònim ha dit...

Despues de tantas historias inverosimiles en este blog. Esta mereceria ser cierta. Joder es que creo que realmente es cierta.

igniszz ha dit...

Para mi es hermosa y digna de contar, como tantas otras que ocurren todos los dias y quedan enterradas entre tantos otros recuerdos...

Lucia Luna ha dit...

Bffff!
Com m'alegra torna a gaudir dels teus posts, i quin escrit i fotografia, gracies per aquests moments.
Petons maco.

Anònim ha dit...

La charca negra és EL títol, en majúscules. Li dona més força de la que ja te el relat en sí mateix. Sempre tinc dificultats en elogiar, però aquest text mereix l'elogi.
I el fragment de Rimbaud, d'allò més adient en el meu moment (i en el d'altres, segur).

machaquito ha dit...

Oye TU. Sapo charcótico.

Mu bonita foto. Ya veo que vas dominando el espacio. Se empieza así y uno se sale del cuadro pero se le sigue oyendo, se le sigue viendo, se le nota a uno... y eso amigo mío RECONFORTA.

Y si además se tiene como compañero de viaje a Arthur: "En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín". Pos que te voy a desir.

Hala a dansar que son tres días.

besox

nomesploraria ha dit...

esta primavera hace 24 años que yo tenía 24 años y que ocurrió esta historia. Es más o menos como la relato.

Gise =) ha dit...

Gracias Dr Frikosal!! Es un relato hermoso, lleno de emocion y de angustia a su vez. Te sucedió de veras??? Que desesperante lo de los disparos no?? Y que hermosa manera de conocer a alguien...
Supiste algo más de ella??
Besikis y bienvenido, se lo echaba de menos ehhhh!!!!!

Gise =) ha dit...

Ops!!! por no leer primero los coments me di cuenta que ya habias respondido despues de publicarlo...
Me doy por contestada!!!
Insisto en que escribes genial!!!!!

Anònim ha dit...

ña ña ñá

Aprendiza de risas ha dit...

Hermosa historia llena de emociones. Fueron ellas las culpables de que este recuerdo perdure en tu memoria tras 24 años.
Las personas pasan por tu lado. Unas se quedan meses, otras años y algunas tan sólo unas horas, pero su intensidad es tan gtande que quedan grabadas en tu retina y en tu alma.

Besos,

Anònim ha dit...

!Una estrella Fugaz!...Cuántas veces vuelven las imágenes,las sensaciones,lo que podría haber sido,el qué fue de ella y su vida.El regalo del momento,en todos los momentos de tu vida y una imagen,es bella.
He sentido nostalgia y desazón,también,un escalofrío de peligro vivido.

hugo solo ha dit...

Y como son las manos de una violinista ? largas como fideos chinos ?

caricias de fuego ha dit...

seguro que es todo mentira

mercè ha dit...

Aquest cop, prima la història sobre la foto. Les teves paraules queden en el subconscient i no veus que es tracta dela fotografia d'una pared i d'una noia... El que copses és la solitud compartida en les llargues hores d'autocar, els màgics dits d'una desconeguda, i finalment l'horror final...
Escrius de fàbula, saps?
Felicitacions.
Una abraçada.

el objeto a ha dit...

aghh! m'ha agradat molt Albert, la teva història, i els teus paisatges (amb aquesta imatge poètica surrealista dels pulmons del bus!),

digne realt de veritable viatger, dels d'abans, els que de veritat 'en anaven... fins trobar-se de veritat amb uns altres
(no aquest pseudo-viatger encarnat pel català mig, que viatja per tot el món, dient-se "això a casa nostra és diferent...)

tràgic, i intens,
he sentit parlar d'aquesta zona de la India, que sembla molt especial

m'en alegro hagis tornat, et trobava a faltar,

vesso

Anònim ha dit...

Un relato a lo grande.

Un beso

Miss.Burton ha dit...

Entrañable historia, y dura, de esas que nos hacen viejos antes de tiempo, y nos cambian por dentro. Una vez, vi un hombre en el suelo, con los ojos llenos de sangre, y un coche destrozado a su lado. No puedo quitarme la imágen de la cabeza, fué horrible.
Ese encuentro fué mágico, no lo dudo. Parece hablases de un angel, y la verdad, los médicos a veces recuerdan un poco a ellos en eso que tienen de salvadores y cuidacuerposalmas.
Un besazo, me encanta volver a verte¡

Tesa Medina ha dit...

No importa cómo ocurrió, lo que importa es cómo se recuerda.

Una historia llena de pequeños detalles, muy visual. Tierna, melancólica y trágica, muy bien relatada.

Es cierto que la foto pierde protagonismo cediéndoselo por completo al texto.

Sobresaliente.

Un abrazo, Albert

Inés Toledo ha dit...

Son las doce. Me he despertado llorando, porque le recuerdo tapado con una manta áspera, en una casa sin calefacción,la mirada sorda frente a un animal muerto que parpadeaba imágenes, arrojándole sombras y luces en morse.

Le recuerdo así, el pisucho vuelto del revés, y yo yendo a verle, más o menos a estas horas, para encontrarle frío, triste y desvelado como el barrio en el que vivíamos. La boca pequeñísima y fruncida, rematada de pena.

Yo le había dejado por penúltima vez, y en el suelo había bolsas de plástico.

Jugué durante años con aquella suciedad casi sin darme cuenta de cómo se me iban tiñendo de muerte las manos. Hasta que él me dejó a mí. Por primera vez.

Eran también, más o menos, las doce de la noche.

Me doblé de dolor.

Todo ha cambiado tanto que aquello pertenece a un sistema extrasolar.
Pero aún me despierto llorando, y busco algo hermoso, algo que me distraiga la certeza de que lo mejor que puedo hacer por él es dejarle vivir lo más lejos posible.

Una historia de amor que duró... no sé bien medir el tiempo según los parámetros inservibles de aquel espacio.

Gracias por volver, Nomes, y por contarme una historia de amor que huele bien.

Voy a ver un vídeo tonto, a secarme las lágrimas con un qulínex, y a intentar dormir.

Mejor paso del vídeo, ya es la una menos veinte.

Gracias por contar historias.

anaisnit ha dit...

Impresionate. Muda. Esta historia puede ser inmortal.

Violeta ha dit...

Albert, m´has deixat sense paraules. Igual que la Inés Toledo. Jo no ploro perquè no em deixen, però potser millor fóra fer-ho. Petons.

Laura Comellas ha dit...

bonica història

nomesploraria ha dit...

Laura, és quasi bé tota certa