divendres, 28 de novembre del 2008

la espina mojada



Al viejo rosal desprotegido apenas le queda aliento para soportar el devaneo. Parece harto de la desfachatez, de la impostura y, mientras, se entretiene ensartando gotas de rocío, una a una, acaparando la belleza escurridiza en su quimera para eludir la pesadumbre.

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dimecres, 19 de novembre del 2008

La calma prodigiosa



Cuando se le antoja, el plumaje del cormorán es iridiscente. Tiene motas azul cerúleo en el rostro y unos ojos de loco sobre amarillo cadmio. Está atento al temblor del espejo para abalanzarse; entonces se zambulle y reaparece asomando su cuello de serpiente. Son aguas poco profundas y un remanso ilusorio en el que acecha la jauría. La cigüeñuela, las espátulas, la garza real, apacientan atentas mirando de reojo. Sólo los ánades parecen distraídos en su pasear estúpido. A esa hora tan temprana, cuando todo es de oro en la laguna, paladeo la calma prodigiosa y me alegro de estar vivo entre tanta vida que no cesa.


Dedicado a J. A. B. y a M. S. por esas mañanas compartidas


diumenge, 16 de novembre del 2008

El catálogo de caricias


En un abrir y cerrar de ojos, espanto la soledad oliendo la sábana manchada. Esa mácula rojiza, los detalles, los pequeños cambios en mi desorden sobrenatural, la embriaguez, las colillas, los restos de vino en la copa bordelesa;
son el sortilegio, la huella perceptible.

Luego me deleito en lo indeleble: las palabras, los silencios, el catálogo de caricias. Me detengo en ese gozo y sigo su rastro con el parpadeo del sueño y la memoria.
Y todo ello me conmueve.




divendres, 14 de novembre del 2008

Frío


En un crepitar de dientes
la escarcha endurece la nervadura.
La sostiene,
ingrávida,
de cristal,
esperando que la primera luz que es a la vez tamiz,
la devore
ignorando su estirpe y su belleza exigua
en ese tránsito grandioso hacia la madrugada


(Bon cap de setmana a tothom)

dimecres, 5 de novembre del 2008

La terra trema

Marcello y J. M. en una foto reciente

Marcello me contó lo del terremoto con los ojos muy abiertos: cómo bajó a toda prisa las escaleras de un sexto piso sin tocar el suelo. Su tío agarró la mano del niño de cinco años que era entonces y lo arrastró por las escaleras a oscuras, volando entre los gritos de los vecinos aterrorizados. Recuerda también los edificios doblándose como si fueran de mantequilla y los rostros de la gente en la calle, desconcertados y aturdidos por el pánico. Su padre decidió entonces salir de la ciudad a toda prisa. Es un decir, porque Nápoles ya es una catástrofe sin la ayuda de la naturaleza. Al salir al campo, una espesa e impenetrable niebla cubrió el mundo de extrañeza. Viajaron toda la noche, despacio, temiendo toparse con árboles o puentes derruidos, hasta ponerse a salvo con el sosiego del alba.
El terremoto mató a 5.000 personas.

En aquel tiempo yo vivía en el norte de Italia y recuerdo la conmoción, las primeras horas, las noticias confusas. También recuerdo como se movilizaron para ayudar, como la sociedad civil se volcó dando muestras del carácter solidario, magnífico, de esa gente.
Después nos enteramos que camiones llenos de artículos de primera necesidad como mantas y abrigos (hacía mucho frío) eran saqueados por delincuentes desalmados. Hubo quien reconoció meses después en mercadillos de Milán o de Turín, la chaqueta que había donado para los damnificados. Pero esa es otra historia.

Ocho años más tarde, una madrugada de agosto en el Valle de Kathmandú, un fuerte temblor me hizo caer de la cama. Mi compañera, medio dormida y cabreada decía que dejara de moverme pero al instante nos dimos cuenta de lo que sucedía. Nuestra cama era un cochecito de montañas rusas en aquel minuto que pareció eterno. Nos salvó la sólida construcción del edificio. Los habitantes de los barrios históricos y de los pequeños pueblos no corrieron la misma suerte. Al cabo de dos días, centenares de piras funerarias iluminaron el cielo de Pashupatinath tiñendo de naranja las aguas sagradas del Bagmati, en el espectáculo más triste que jamás he visto.




diumenge, 2 de novembre del 2008

La duna y el plastiquete



En la hora frágil en que el sol se apaga,
persigo la luz que tiñe sus cabellos.
Me distrae la basura, el pescado muerto y el plástico en la duna,
pero sigo atento al viento y al color cambiante.
Veo desvanecerse la figura transparente de la mujer de luz y de salitre
y ese instante, que sólo en mi memoria permanece intacto.


Cuánta envidia

De wikipedia:
Richard Clayderman a pesar de ser un artista popular y comercialmente exitoso, frecuentemente es criticado por su técnica poco desarrollada y sus interpretaciones fáciles y comercialmente accesibles de obras clásicas muy aclamadas (incluyendo reducciones de dichas piezas). Según este público conocedor, el hecho de que Clayderman nunca haya grabado íntegramente piezas musicales complejas, o arreglos difíciles, demuestra su pobre dominio del piano. Se le considera un símbolo del kitsch. Tiene un curioso nicho de mercado en países del Tercer Mundo, posiblemente por sus interpretaciones comerciales de música local y popular (en especial, canciones de amor).

Bah! envidiosos qué sabrán ellos. Mi querido Richard, con su melena lacia, su adorable flequillo... es el Bernd Shuster del piano. Ese ser que nos emociona con sus baladas lánguidas. Oh.
Se lo dedico a Nootka que sé que le encanta.