dimarts, 6 d’abril del 2010

El trepanador ambulante

Ahmed Abdul Yusuf Kabbar a la derecha. El que fuma es un sobrino carnal.

En mala hora hice caso a la señora Liuva y me lancé, insensato, en busca del milagroso crecepelo de los faraones. Perdido en el laberinto de los suburbios, agredido por vendedores de papiros falsos, de antigüedades falsas, de chilabas falsas, de bandurrias falsas, sediento y sudoroso, hallé por fin, entre fritangas infernales, al mesías de las pócimas: el profeta de los ungüentos.
Se llamaba Ahmed Abdul Yusuf Kabbar y según me contaron fue camellero y beduino errante. En los años cincuenta se instaló en el Cairo ejerciendo de aguador en zocos y mezquitas. Al poco tiempo, no se sabe muy bien cómo, de la noche a la mañana se convirtió en médico barbero, astrólogo y trepanador ambulante. Qué bello oficio el de trepanador. Ya quedan pocos porque la influencia de occidente, las telecomedias y la comida basura están acabando con las sagradas tradiciones.

El almacen.

Ahmed estaba sentado en la calle fumando impasible su cachimba. Me acerqué, le saludé y me invitó a fumar. La boquilla de la pipa estaba mugrienta y pegajosa –yo que jamás compro flautas por el temor de que alguien las haya chupado antes– pero me senté y fumé. Intenté explicarle lo de mi alopecia con una mezcla de catalán y gestos ridículos tocándome la calva. Me di cuenta que no me entendía cuando agarró sus herramientas de cirujano para taladrarme.

El acontecimiento acaparó la atención de vecinos y transeúntes.

Este sólo pasaba por ahí.

Conseguí desfacer el entuerto gracias a repetidos "mí ser calvo, yo no pelo, mí Pharaon's Ungüent, tú no taladrar mí" y a la intervención de transeúntes y vecinos todos con opiniones doctas. Por fin pareció comprender y fue a buscar un tarro al almacén (ver foto). Me aplicó un masaje con sus manos de papel de lija. La grasa oscura tenía el hedor concentrado de todos los vertederos de Egipto pero le dejé hacer. Dios mío qué peste, pensé, pero miles de años de sabiduría no pueden equivocarse. Pagué las 12.000 piastras porque no sé regatear y me largué.

Sólo empezó a picarme cuando llegué al hotel.
Las costras van cayendo y en su lugar quedan unas manchas rosáceas como piel de cerdito. Ahora llevo sombrero.


22 comentaris:

Paco Becerro ha dit...

Tengo la imagen del primer trepanado. El pobre iba en su camello y tuvo que parar un momento por un apretón...

Yo llegué un poco después, no pude captarle durante la operación, pero le vi sonriente ya con su agujerito tapado en la cabeza.

Las pruebas, pinchando aquí...

Eso por no llevar el gorro cónico, claro

Angeles ha dit...

Oiga, que en la imagen en cuyo pie reza: “Ahmed Abdul Yusuf Kabbar a la derecha. El que fuma es un sobrino carnal.”

En el cartel de arriba, justo encima del sobrino carnal, no dice trepanador, dice embalsamador y el primo carnal es una muestra del producto acabado.

¿No se pondría el producto milagroso en las cejas y le fue resbalando a los ojos, impidiéndole leer correctamente?

Señor!!!! Qué asco de vida….

frikosal ha dit...

La trepanación no es la solución !

nomesploraria ha dit...

Y el Pharaons's Ungüent tampoco

Belnu ha dit...

Ai, ai!

liuva ha dit...

Señor Plo, el Pharaon's Ungüent tampoco es infalible. El ungüento es bueno, pero también depende del pedigrí de la epidermis del ungüentado. Usted no es Faraón, reconózcalo, usted es un caballero aspirante que pasaba por allí.

Y aún siendo Faraón el ungüento a veces falla estrepitosamente. Acuérdese de la película “Los diez mandamientos” en la que el faraón Ramsés era, ¡ay!, Yul Brynner, cuya cabeza era nalga de bebé.

Tampoco se está mal con sombrero, digo.

la desanchá ha dit...

A lo mejor es que no sale el pelo hasta que no haya mudado toda la piel de la cabeza. Primero el peeling y luego el pelo. No desespere.

nomesploraria ha dit...

No se está mal con sombrero pero el problema es que sólo dispongo de conos antiabducción y cuando voy al Mercadona la gente me mira. Con la crisis se han vendido poco y me quedan unos 10.000 por colocar. ¿No le interesan unas docenas?

nomesploraria ha dit...

No desespero pero es que se me está cayendo hasta el de las cejas. Ahora parece el mapa de Finlandia con lagos rosas

nomesploraria ha dit...

Señora de Petitesa,
el primo carnal no estaba embalsamado. Era alto, gordo y tenía la voz aflautada como un niño de siete años.

nomesploraria ha dit...

Ftbl
Sí se ven muchos trepanados como el de su foto y todos con el taladro en el mismo lugar. Usted que es persona más leída y viajada que yo ¿no le parece que las pirámides necesitan una mano o dos de pintura?

Paco Becerro ha dit...

Yo creo que lo más urgente es barrer bien los alrededores, hay mucho polvo y arenisca, lo que resulta inadecuado.

Podrá la aspiración ser la solución?

liuva ha dit...

Ha quitado la cita de Quevedo que estaba encima de la de Massiel. Claro, si es que su cabeza ya ni es nalga ni es nada. ¡Ay! me siento culpable por haberle dicho lo del crecepelos faraónico. En cuanto ahorre un poco le hago un pedido de conos (una unidad).

Lolita ha dit...

Me piace la gente embalsamata, é carina.

Saluti é forza a canutti.

nomesploraria ha dit...

Pues claro que la he quitado. Por su culpa, por su grandísima culpa, me muero de picor. ¡Cómo va a ser nalga si ahora está llena de protuberancias supurantes! Yo, buena fe de mí, le hice caso en mala hora.
¿El cono lo quiere liso o estampado?

Ftbl
Efectivamente el desierto está todo perdido de polvo que da asco. Y los monumentos piden a gritos que les pasen un poco de Pronto de Yonson.

nomesploraria ha dit...

La gente con la testa trepanatta è anche carina è amorosa cara signorina Lolina.

Boladevidre ha dit...

ما تقوله هو جيد جدا.... لكننا لسنا مثل تصوير trpanadors لدينا أقل بكثير من المحنطون. يمكنك العودة إلى الصور Brynner يول والخد طفل بلده؟

nomesploraria ha dit...

eso no me lo dice usted en la cara

Boladevidre ha dit...

أنا لا أكرر. وYonson ليس جيدا بالنسبة لأبي الهول ، ويجعل العطاس. وإذا كان لنا أن يجتاح الغبار في الصحراء.... أين نحن تمرير الإبل؟ الامبريالية!

nomesploraria ha dit...

لآخر في الرمال cullons المتحركة. في نهاية المط أطلقوا اسم أبو سمبل على المعبد تبعاً لاسمه.

Caruano ha dit...

Me ha llamado mucho la atención que mencionara usted a los trepanadores egipcios, que imagino más preparados y diligentes de los de aquí.
De jovencito quise apuntarme a un curso de trepanación sin dolor que impartía CCC. Mi madre (una santa) me lo quitó de la cabeza alegando que mi mal carácter no hacía migas con una profesión que requería templados nervios y, sobre todo, bonhomía, cualidades que antaño no formaban parte de mis activos (por aquel entonces yo tocaba la bandurria en un grupo jevi, y escupía al público cual llama enojada).
Déjeme felicitarlo por las fotos sepia.
Bona nit.

nomesploraria ha dit...

Eminente Dr, Caruano,
contradiciendo al Egregio Agrimensor, la trepanación sí es la solución.
Una buena trepanación aplicada a tiempo a los programadores de televisión, a los responsables de decidir la distancia entre asientos de los aviones y al inventor de la sustancia pegajosa que impregna los cruasanes, hubiera evitado numerosos sufrimientos a la humanidad.
Una pena que no siguiese ese curso en la prestigiosa ccc.

Los virados en sepia son debidos a la enorme nostalgia que me produce la desaparición del Egipto que yo buscaba (pero que sabía que ya no existía).
Mucho más que el arte de los faraones y su gigantismo, desde pequeño me fascinaban las historias de los primeros europeos que fueron allí a estudiarlos: los dibujos de Vivant Denon, la campaña napoleónica, la batalla de las pirámides, Champollion y su increíble historia para descifrar el enigma de los jeroglíficos, Howard Carter y su quimérico empeño en excavar donde todos decían que no había nada...
El Cairo era entonces una ciudad de las mil y una noches en lugar de la monstruosa metrópoli sucia y contaminada y el Nilo un río limpio y silencioso.
Las ruinas eran hasta hace poco lugares solitarios que invitaban al paseo, a la contemplación y sentarse plácidamente a dibujarlas.
Ahora es el paraíso del despropósito y los turoperadores desalmados.
Pero todavía quedan rincones para la emoción. Todavía.