El barbero de Ljubljana que era coleccionista de muelas, fue incapaz de arreglar el desapego de Franzel Blazek, el niño más triste del mundo. Una tristeza lejana, motivada por el amor delirante que sentía por sus hermanas siamesas. Constantemente en sus brazos, agarrado a ellas con desesperanza, cuando alguien intentaba separarlo, profería unos gritos sobrenaturales que le dejaron un defecto en el habla para siempre. Qué protectoras eran sus caricias a cuatro manos; qué dulce el rastro de naftalina de los vestidos y el aroma acre de sus cabellos. En escena las presentaban como fenómenos de la naturaleza pero por su comportamiento desenvuelto y por su encanto, se ganaban el favor del público rendido. Pero Franzel quería más y más, y no soportaba las ausencias obligadas. Se sentía abandonado y se sumía en un abatimiento descorazonador: no comía, no hablaba, no vivía. Empezó a preocupar seriamente a su única familia: las dos hermanas y el hipnotizador que las quería como un padre pero usando el artificio de su don, abusaba de ellas como un tío. A veces hipnotizaba a la hermana equivocada, pero la mancillada, callaba con pecaminoso disimulo.
Desesperados por las recaídas del niño Franzel, aprovecharon la visita del barbero cirujano que había acudido a extirpar los forúnculos que atormentaban al ínclito pariente, para pedir ayuda y consejo. El coleccionista de muelas les habló entonces de un famoso médico vienés, hacedor de documentados milagros que sólo los siglos venideros apenas se atrevieron a soñar.
Vendieron todo lo que no podían llevarse y dejaron atrás el circo, su hogar, donde muchos años antes fueron abandonados, y emprendieron el viaje a la esperanza y al sueño.
Les ahorraré el relato de las calamidades que afligieron a la unida familia durante el lance por una Europa devastada. Pero al fin, un martes por la tarde llegaron a la ciudad más hermosa del mundo, Viena. El afamado médico los esperaba, avisado por las pertinentes cartas de recomendación que el hipnotizador había falsificado y sin demora, se puso manos a la obra.
Después de una intervención que duró treinta y dos horas, utilizando todos sus conocimientos científicos aprendidos y también los inventados, consiguió embutir al pequeño Franzel entre las caderas de las dos hermanas. Fue un prodigio nunca visto y sólo la embarazosa obesidad que Franzel adquirió con los años y los inconvenientes fruto de la incomprensión en los retretes públicos, consiguieron empañar.
La imagen y la idea del relato me la dio Nootka. Me pensaré si se lo dedico o no.
Ya lo he pensado y se lo dedico 5 minutos
Ya lo he pensado y se lo dedico 5 minutos
40 comentaris:
¿Y no hay ninguna foto de los tres juntos? Quiero decir más juntos. Juntos del todo.
El hipnotizador era un canalla.
La foto existe pero no se me permite publicarla por razones que sobrepasan vuestro entendimiento.
El hipnotizador era un pobre pederasta incomprendido y vil además de mentiroso y falsificador, un encanto, vamos.
El peor sin duda es el médico
La idea? que idea? es una historia verdadera. Qué bien la has contado a partir de unos pobres datos, que gran labor investigadora y de entrevistas. (Interviews) ¿Conseguiste contactar con el nieto de Frazel? Le diste las fotos?
Ojalá todos los días fueran martes, ojalá todo los días llegaramos a Viena, ojalá mis hermanos estuvieran más cerca.
I love you so.
Anda, dedicámelo aunque sea sólo cinco minuticos.
plis plis
Pero que sea la última vez
tiene algo de enigmático ese universo cirquense centroeuropeo de principios de siglo XX que reaparece como un recuerdo siempre por aquí
esgarrifador aquest nen!
Es cierto, no sé porque tiende a fascinarme ese mundo de fenómenos. A mí el circo nunca me ha gustado
Franzel un poco rarito sí era
Bieeeeeeeeeennn!!
cinco minuuuuuuuuuuuuutos!!!!
Los mejores cinco minutos de mi vida
gracias gracias
I LOVE YOU
No, no, esos no eran que ya han pasado hace mucho rato, lo siento
El magín de Franzel daría para unas cuantas consultas psiquiátricas. Digo yo...
El hipnotizador pederasta, un chancho muy listo. ¿Porqué falsificó él las cartas de recomendación para el docto doctor? ¿No era Franzel con su deseo oculto, y las siamesas, para librarse del hipnotizador, quienes acudieron al médico vienés?
Ay, que me lío....
No, no, en el fondo estaban encantadas con el chancho hipnotizador. Que no eran tan niñas y si no las hipnotizaba, lo didimulaban para que les diera tusa.
Se fueron a Viena para que el médico milagroso les pegara al niños desapegado
Qué truculenta familia...y un poco desviados sexualmente, me temo. Creo yo, vamos. El niño Franzel, un voyeur de tomo y lomo. Por cierto, ¿qué defecto en el habla le quedó a la pobre criaturita?
Le era imposible pronunciar los acentos circunflejos
Prešerenovo náměstí
Un problemón
Eso lo será usted, por si acaso.
Era el menys que podia fer per la criaturita, altra cosa era pensar en els efectes secundaris...
Me encantan estos relatos tuyos... tan plens de tendresa
Una abraçada i gràcies pel somriure.
Me recordó a una novela estupenda llamada "Las piadosas", de Federico Andahazi. Al señor Ingles no le gustaría, es demasiado sutil para él.
Esta noche tendré pesadillas, Només.
Apapacho de todos modos.
:)
De él leí hace unos años "El secreto de los flamencos", una historia con un pintor ciego.
Las pesadillas luego me las cuentas.
De nuevo la piel de gallina, cosa que me sucede a menudo con estos sus post, ora por la calidad de las imágenes, ora por la cruel realidad del relato. No gano para mantas con estos escalofríos que me provoca la entrada en NMP.
Le agradezco infinitamente que no nos cuelgue la fotografía del después. La imaginamos.
Mare de Deu del Espirit Sant!
Traducción: ¡Vaya tres!
Òndia, moltes gràcies.
A mí sí me se pone la gallina de piel con este comentario.
La fotografía más interesante es la de Franzel ya mayor, obeso y flatulento y esa no la pongo. No, no.
Pero como es usted tan simpática y servicial le dejo la del ínclito hipnotizador
Por cierto, se habrán percatado que aunque tenga nombre italiano el ínclito hipnotizador era murciano de Barqueros. (Por la bandera y por el mostacho le se nota, le se nota)
Pues si que da de sí Barqueros para lo pequeño que es. ¿No era de allí también ese con el que se fugó su bisabuela la búlgara?
¿Sabe que ahí hay un volcán?
Tres horas llevo prendida de la mirada del ínclito Goldinni, tal ha sido la hipnosis que de manera absolutamente involuntaria le he escrito una carta de amor a Ingles entumecidas.
Voy de mal en peor.
Coño,¿un volcán en Barqueros? Creía que sólo habían almendros y los descendientes del Tío Rabanizas.(Un día os cuento su historia, curandero de prestigio al que mi abuelo le saltó un ojo a pedradas. País...)
Inga, cuidado con él (bueno con los dos) aunque siempre le queda la opción del pecaminoso disimulo y dejarse hacer con alegría.
Isa,
A mi m'entendrixen els éssers marginats, els fenòmens.
I que m'escriguis en català, també
:)
Oiga, que sepa que he leído la historia en una de esas que pone "traduzca esta página". Que Franzel no era hermano sino hijo. Que Rosa era rijosa, cosa que disgustaba mucho a Josefa. Que los médicos discutieron largamente si era sólo hijo de Rosa, la madre que lo parió, o lo habían gestado a medias. Que el hermano, Frank, apareció cuando las hermanas estaban por morir, a ver si pillaba herencia. Que se les hizo la autopsia en un garaje y se vió que tenía cada una su útero, así que sólo era hijo de una, con lo cual el hermano se frotó las manos pensando en el sustancioso patrimonio que le correspondía de Josefa.
Pero, oh, qué pena para el hermano, sólo había 400 dólares.
Del injerto no dice nada. Se ve que los redactores de la historia fueron educados en la discreción y el respeto a las vidas ajenas.
Sus palabras echan por tierra años de arduo trabajo de investigación y cienes y cienes de intervius, casi más de cien hice, quiero decir, que no sé si me explico.
No puedo hacer otra cosa que negarlo.
No me dirá además que eran de Barqueros, ¡anda ya!
(por cierto ¿y el volcán?)
Me voy a comer aunque no tenga hambre del disgusto que llevo por su culpa
Me voy a comer con el Egregio Agrimensor a ver si me consuela del disgusto
No tome usté pesambre, hombre, que lo del hijo a medias y el hermano codicioso tampoco está mal.
De Barqueros era el hipnotizador, no?.
El volcán aquí:http://canales.laverdad.es/rutas/mm/mm_r19.htm#
Tiene un montón de millones de años.
Algún día le contaré la historia de Pérez el Malo, para que se consuele. Y a lo mejor, incluso, la de su descendiente Pérez el Cojo.
Y además la historia verdadera no le quita ni un ápice de mérito a la fabulada por usted, antes bien al contrario. Ese niño injertado, ese hipnotizador que no hipnotiza y qué buenas las hermanas, disimulando para que el pobre hombre pensara que era un hipnotizador de primera. Y para que les diera tusa también. Qué suripantas.
Sí tomo pesambre que después de tanto curro resulta que la realidad supera la ficción o al revés que no recuerdo como era.
Ansío sobremanera escuchar su historia de los dos Pérez, el cojo y el malo.
Y suripantas lo eran sólo un poco, pobrecillas, que se lo hacían con el de Barqueros sólo por calentura, no por maldad.
Es que se la tendría que contar en privado para que luego pueda usted fabularla.
¡Ah, no, perdón! se la tendría que contar POR privado, que no es lo mismo.
Cualquier día subo al volcán, que me pilla aquí al lado.
nomesploraria@gmail.com
Ya está.
Usted perdone la tardanza, pero es que me llamó un amigo para invitarme a un gin-tonic.
Ni el malo ni el cojo eran de Barqueros, que parece que ahora todo el mundo tiene que ser de Barqueros.
Espero que con esto se le pase el disgusto.
Qué locura!
Fascinado por esta historia de éstas hermanas siamesas,me he quedado perplejo con lo del injerto del hijo por el médico de Viena,no sé hasta qué punto la historia será verdadera o no aúnque me gustaría ver la foto y saber más, espero que 14 años después no sea tarde jajaja
Hola Davis. Me alegro que te guste esta historia que inventé hace, sí ¡uf! 14 años. Un cordial saludo.
Publica un comentari a l'entrada